1. Establece un presupuesto (con un objetivo a alcanzar): es importante que tengas en cuenta tus gastos fijos mensuales para calcular una meta de ahorro. Haz con una hoja de cálculo para tener las cuentas al día. Así, podrás conocer las cantidades que puedas guardar. ¡Recuerda incluir un porcentaje para gastos variables! De este modo evitarás sentirte totalmente ajustado a un plan.

2. Compara precios y busca ofertas: Puedes preguntar a tus familiares, amigos y compañeros de trabajo dónde compran y comparar la relación calidad-precio de los productos, sin que sea necesario que vayas de un supermercado a otro mirando los precios. Cuando conozcas lo que se ahorran los demás, empezarás a interesarte más en lo que gastas cada mes.

3. Evita las compras por impulso (casi nunca lo necesitas): muchas veces compramos cosas por capricho con la excusa “para algo estoy trabajando”. El consumismo impulsivo es el peor enemigo del ahorro y puede alterar tu presupuesto sin que te des cuenta. Espera a final de mes e invierte parte de tus ahorros. Deja la tarjeta de crédito solo para imprevistos y emergencias. 

4. Compra solo cosas que necesites. Es cierto que pueden presentarse ofertas escandalosamente buenas, de hasta el 75% y 90% de descuento en productos de todo tipo. Pregúntate si verdaderamente lo necesitas: cualquier gasto imprevisto afectará directamente tu presupuesto mensual y capacidad de ahorro. 

5. Reduce los gastos en casa: puedes ahorrar agua y energía utilizando electrodomésticos eficientes y ecológicos. Lo notarás en tus facturas cada mes. Procura mantener la casa en una temperatura idónea, reduciendo el consumo por aire acondicionado, recuerda que aislar ayuda a evitar que entre el calor en verano y el frío en invierno.